viernes, 21 de junio de 2013

El fútbol no tiene piedad.

Cuando eres futbolista y eres pequeño, sueñas con llegar a lo más alto. Sueñas algún día con jugar en el equipo de tus sueños y alzarte con un título a nivel mundial. A medida que pasa el tiempo, tus sueños se van sosegando y la realidad es que no puedes pasar de una división mayor a la Tercera.


Los partidos cuando eres pequeño los vives al límite. Cuando juegas ante el primer clasificado, estás seguro de que te van a degollar, te va a humillar sin piedad. Sales al campo y ves a gente que supera el 1'80 con creces. Tu miedo aumenta y sólo pides a dios que acabe el partido. Claro, al final, cuando has recibido un 15-0 en contra, llegas a casa tocado animicamente y sin nada que querer hacer.

La selección de Tahití nos ha sorprendido y ha dejado atrás estos complejos deportivos. Ganó la Copa de Oceanía contra todo pronóstico y se instaló en la Copa Confederaciones de 2013 con poco que perder. Eran unos luchadores en los que sólo un jugador de los 23 convocados no jugaba en el país y había sido profesional -Vahirua-. Vahirua es el clásico niño que tiene una calidad envidiable y al que todos los compañeros desean pasársela para que invente una jugada de peligro. Ante España su partido duró 60 minutos, o ni eso. Corrió por todo el campo buscando robar la pelota hasta que su cuerpo dijo basta. Era un héroe porque se había dejado la piel por sus compañeros a pesar de ir perdiendo por goleada. Y su actuación de ayer merece ser recordada.

Cuando Tahití salió ante España, olvidó que enfrente tenía a la Campeona del Mundo. Lo olvidó porque si lo recuerdas durante un momento, en ese momento de duda y pensamiento ya vas perdiendo 3-0. Tahití fue valiente. No se arrugó y decidió salir con una línea de 4 defensas muy adelantada. Suena a suicidio ante España, pero lo cierto es que Tahití fue la única selección, diría que de los últimos 2 años que no se ha echado atrás ante la Campeona del Mundo y que a pesar de ir cayendo por 5, 6, 7... Los que sean, no varió su estilo de juego. Lo intentó con todas sus armas, limitadas pero seguían siendo armas. Estuvo cerca de anotar un gol pero al final el físico acabó por derrumbar a los guerreros de Tahití.


Lo verdaderamente bonito llega al final. Acaba el partido, España gana con suma facilidad por 10-0 ante Tahití. Si observamos el partido, Tahití apenas ha jugado duro, no ha hecho ninguna falta para frenar el juego español y su partido es digno de elogiar. Los 23 componentes del plantel se colocan el medio del campo y sonriendo -Están sonriendo y acaban de encajar 10 goles en contra- hacen un pasillo a su rival. Se puede tomar como un vacile pero no lo era. Los jugadores de Tahití mostraban su admiración a la selección española, la misma que minutos antes había triturado por 10-0 a su equipo. El fútbol volvió a dejarnos claro que más allá de la rivalidad, esta la amistad, está el compañerismo y la humildad. Por cosas así amamos este deporte.

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