viernes, 27 de diciembre de 2013

'The Football Battalion'

Bill Shankly es considerado uno de los mejores futbolistas de la historia de Inglaterra. Marcó una época dorada en el Liverpool, donde consiguió poner al club en lo más alto de la élite mundial. Además de ser un gran futbolista, Shankly era un auténtico genio en las ruedas de prensa. Una vez dijo 'Algunos creen que el fútbol es cuestión de vida o muerte, pero es mucho más que eso'. Quizás Shankly no conocería la magnífica -O trágica- historia de la denominada 'Football Battalion' que hizo héroes a numerosos futbolistas ingleses durante la primera guerra mundial.


Nos encontramos en Inglaterra, principios del siglo XX. La primera guerra Mundial está en plena gestación en Inglaterra, donde prácticamente el 90% de la población masculina se ve obligada a luchar en uno de los acontecimientos más maquiavélicos de la historia de nuestro mundo. Ante las numerosas masacres producidas en el interior del país, la Federación inglesa se vio obligada a suspender la Premier League de 1915 a 1919. Esta polémica -Pero a su vez comprensible debido a lo bruto que estaba siendo la Primera Guerra Mundial- decisión alarmó a los aficionados ingleses, que habían vivido de primera mano la creación de un deporte que poco a poco se colaba en las vidas de nuestros antepasados. El balón de por medio en la guerra no era negociable, por ello, se decidió crear el 'Football Battalion'.

El Football Battalion era el 17º del Régimen de Middlesex. FJ Wall, por aquel entonces el secretario general de la Federación Inglesa, envió una carta a los equipos del sur del Río Trent comunicando que el War Office había tenido la suculenta idea de reclutar futbolistas profesionales. En tiempo récord, casi más de 1000 futbolistas se unieron a la Football Battalion, principalmente para defender los intereses del país.

Uno de los primeros futbolistas que se incorporaron a esta asociación de 'Guerrillas' fue Franklin Buckley, que poco antes había estrenado internacionalidad con Inglaterra en un partido en el que los Irlandeses del norte barrieron a los ingleses por 0-3. Fue el principal artífice de esta asociación que después se convertiría a mitad de siglo en uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol inglés. A él se le unieron A filas se incorporaron Oliver y Bowler (Tottenham), Barnhather, Croydon, Foord y Krug (Chelsea), Pearson, Jonas, Hugall, McFadedn, Dalrymplen y Henry Gibson (Clapton Orient), Ratcliff, Ford, Spittle, Houxton y Albert Butler (Arsenal), Wingrove, Durston y Pannifer (Queen’s Park Rangers), Roberts (Luton Town) o Tull (Northampton). Al mando de ellos  se colocó el coronel Grantham, antiguo defensa del Munster.

En total, unos 400 futbolistas profesionales -Y también amatéurs- conformaron el Batallón, cuya creación fue en principio apoyada por los distintos presidentes de Londres. Claro, que tras esto la asociación pidió unas garantías. Hayes Fishers, uno de los principales líderes del Fulham, se mostró partidario de colaborar con su nación a la vez que exigió que que la Cámara de Comunes pudiera plantear un sistema de garantías y propiedades en caso de discapacidad o muerte de los jugadores en el campo de batalla.

En 1916, la Football Battalion consiguió establecerse en la primera línea del Frente en la descabellada batalla del Somme, en la frontera con Francia -Murieron millones de ingleses y alemanes-. Entre los principales héroes que se dejaron la vida se encontraba el teniente Evelyn Elliot,  que había vestido durante siete ocasiones la zamarra inglesa. El 18 de Septiembre del mismo mes, la Football Batallion sufrió un ataque de gas tóxico que causó la muerte de 14 soldados.

El batallón seguía luchando por sus intereses, a la vez que disfrutaban con el fútbol de por medio. Quizás una de las figuras más destacadas de esta masacre es Walter Tull, jugador del Tottenham y considerado el primer oficial de raza negra de un Ejército Británico en el que los soldados de color eran discriminados y humillados. Gracias a su valentía sobrevivió a la carnicería de Somme, a pesar de estar durante un largo tiempo en estado crítico. En 1918, y en un estado deplorable, Tull fue obligado a realizar un ataque contra los alemanes en Favreuil. Una bala alemana se lo llevó consigo a pocos minutos de comenzar la masacre. Nunca se encontraron los restos de un delantero que marcó una época a principios del siglo pasado en el fútbol inglés.

La batalla de Somme fue el punto y final del Football Battalion. Entre 500 y 700 futbolistas fueron asesinados por tropas alemanas, y los pocos que sobrevivieron, no pudieron volver a disputar un partido de fútbol debido a las graves secuelas que habían sufrido, o a las mortíferas heridas que les había provocado una de las batallas más sangrientas de la historia de Inglaterra. Pero nosotros nos quedamos con ellos, con los principales héroes que cambiaron la historia del fútbol gracias a su coraje, pundonor y valentía.

Figuras destacadas de 'Football Battalion'

1) Frank Buckley

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Nació el 6 de Noviembre de 1882, pero pronto se convirtió en un futbolista muy importante. Debutó con 20 años en el Aston Villa, y después se convirtió en el primer jugador de la historia en jugar en el Manchester United y el Manchester City. Se convirtió en el principal pionero y modernizador del fútbol al comandar la Football Batallion. Como entrenador, llevó a lo más alto de su historia al Wolverhampthon, al disputar la final de la FA Cup en 1939. Es considerado uno de los entrenadores más importantes del fútbol inglés.

2) Edward Campana

Nació en Gibraltar, pero tuvo que emigrar a Inglaterra debido a que su padre era coronel en la Primera Guerra Mundial. Comenzó a jugar en Fansbrough, y después, tras una prueba en el Crystal Palace, fichó por el Southampthon hasta después firmar con el Portsmouth, equipo donde saltó a la fama. Fue el comandante principal en el Football Battalion y después recibió el galardón de ser considerado uno de los mejores guerreros ingleses en la Primera Guerra Mundial. Lamentablemente, falleció en la carnicería de Somme. 

3) Hearts Of Midlothian


El equipo escocés, líder de la liga escocesa en la temporada 1914/1915, envió a todos los componentes de su plantilla a la Guerra como medida de apoyo a la Football Battalion. Desgraciadamente, todos sus futbolistas acabaron muriendo a lo largo del conflicto.

4)  Joe Bache:


Josep Bache nació en 1880, en Stoubridge. Fue considerado el mejor jugador del Aston Villa del siglo pasado, al disputar 15 temporadas en el equipo de Birmingham, y al anotar 167 goles en más de 400 encuentros. Ganó la Premier League en 2010 y después se convirtió en el teniente de la Football Battalion. Sobrevivió a la masacre de Somme y después, dejó el fútbol por motivos personales, no sin antes, entrenar durante una temporada al modesto Grimsby Town. Murió en 1960 a los 80 años.

5) Vivian Woodward:

Vivian Woodward.jpg

Nacido en 1879 es quizás el componente de la Football Battalion que más triunfó en el fútbol. Comenzó su carrera en el modesto Clacton Town, para después fichar por el Tottenham, donde anotó 63 goles en apenas 100 partidos. Se incorporó a las filas del Chelsea, donde tuvo una anécdota que le privó de ganar un título. Tras alistarse en la Primera Guerra Mundial, el ejército le dio permiso para disputar la final de la FA Cup en Old Trafford, ante el Manchester Unied. Woodward se negó, debido a que su mejor amigo -Y también componente de la plantilla del Chelsea-, Bom Thomson había resultado herido. Eso sí, lo que no se había perdido antes fueron los dos Oros que consiguió en los Juegos Olímpicos  de Londres (1908) y Estocolmo (1912). Tuvo que dejar el fútbol en 1916 cuando resultó herido en medio de la Football Battalion. Murió en 1954, cuando tenía 74 años.

NOTA: Este artículo contiene datos de Marca y de Wkipedia Inglesa. El artículo es de elaboración propia.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Eduard Strelstov, o el Pele Ruso

La historia negra de Rusia alcanzó su culmen con la llegada de Stallin al poder. Un líder comunista que mantuvo en vilo al país soviético durante casi dos décadas. Los rusos, aterrados por esta situación, se veían en la obligación de emigrar a países cercanos con el objetivo de abandonar una nación que estuvo incluso cerca de la desaparición. En 1937, en Perovo, en plena transición de Stallin, nacía Eduard Strelstov, que vivió de primera mano el abandono de su padre por la guerra y que tuvo que trabajar y ayudar a su madre en una pequeña fábrica del sector metalúrgico.



Strelstov buscaba la manera de olvidar la delicada situación rusa, y por ello, se apuntó al equipo de fútbol de la fábrica principalmente porque su madre quería ver en él una persona robusta, fornida y que no se achantara ante posibles ataques o bombardeos del ejército. Para bien, se convirtió en la principal estrella -A primera vista se puede considerar una simple casualidad porque era un equipo de gente muy débil, pero no lo era- del club y comenzó a llamar la atención de distintos extraños que aprovechaban su escaso tiempo libre para ir a ver partidos amateurs. Strelstov, hincha fiel del Spartak desde pequeño (Fuentes cercanas llegaron a asegurar que se iba a ver los partidos del Spartak a casa de un vecino, bueno, a escucharlos por la radio) disputó un amistoso ante el Torpedo de Moscú, uno de los máximos rivales del Spartak. La exhibición fue de tal calibre que Vasilly Provonov, técnico del Torpedo, no dudo dos veces en ficharlo para sus filas. Y eso que antes de ser contratado, Strelstov había declarado que era hincha del Spartak, por lo que la contratación tuvo sus complicaciones.

En muy poco tiempo, Strelstov se convirtió en uno de los jugadores más prometedores de un fútbol ruso que vivía de primera mano los amaños y las suciedades del fútbol de la época. Mientras, en el interior del país, se desataba una lucha entre capitalistas y comunistas por la lucha de la hegemonía del territorio.

El caso es que Strelstov debuta con 16 años debuta con el Torpedo. Su primera temporada en el club no fue del todo óptima, y esa decisión comenzó a preocupar a varios aficionados nazis del club, que criticaban a Strelstov de rendir a bajo rendimiento por ser considerado hincha del Spartak, equipo con ideologías distintas a las del Torpedo.

Lo que parecía un jugador más del montón se contrastó con una temporada maravillosa. A sus 17 años, Strelstov anotó 15 goles en Rusia con el Torpedo, lo que le valió para que la selección Soviética lo convocara en 1956 para disputar un amistoso ante Suecia. Anotó dos goles y en el siguiente encuentro, anotó un hat-trick, todo esto con 19 años. Se avecinaba una de las estrellas más importantes de la historia del fútbol ruso. Strelstov no sólo era un fijo en las convocatorias de la Unión Soviética, sino que se convirtió en un absoluto líder que consiguió aliviar a numerosos aficionados del Torpedo, acostumbrados a morir en el campo del batalla por sus ideologías radicales.

Strelstov viajó como estrella del equipo a los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956. Era una cita importante para él, ya que podría ser una oportunidad idónea para saltar a la fama de manera definitiva. Strelstov no defraudó, y formó una pareja demoledora junto a su compañero de equipo, Valentin Ivanov, otra de las estrellas del Torpedo de la época. Lo desafortunado -Y contraproducente- de aquella cita fue, que cuando Rusia llegó a la final del torneo, Ivanov recayó lesionado. Para sorpresa, Strelstov, que era favorito para coronarse como el líder absoluto del fútbol ruso a sus 19 años, no jugó el partido porque el entrenador de la Unión Soviética sólo jugaba en la delantera con dos jugadores del mismo equipo. Para colmo, Strelstov se quedó sin medalla a pesar de que la URSS se adjudicó el oro en una final memorable. En aquella época, sólo había medallas para los jugadores que habían disputado el partido, y como Strelstov no estuvo, no recibió su reconocimiento. Nikita Smonyan, integrante de aquella selección, en un acto de honestidad, le quiso dar su medalla a Strelstov, alegando que la URSS no habría llegado a la final sin él en el campo. Ante el asombro de todos, Strelstov rechazó la medalla, dejando una frase para la historia 'No necesito la medallas, ganaré muchos títulos en el futuro'


La vida proseguía sonriendo en Rusia a Strelstov, que continuaba aglutinando unos números escandalosos en la Liga Soviética. Tal fue su superioridad que comenzó a entrar en las listas finales para ganar el Balón de Oro. Durante dos años consecutivos Strelstov se quedó a las puertas de ser el primer jugador Soviético de la historia que conseguía este galardón, y eso que todavía no superaba los veinte años. No todo eran alegrías para Strelstov, que se tuvo que someter a la presión del Kremlin, en donde no gustaba que el jugador ruso estuviera en un equipo de la débil entidad del Torpedo, y sí en un equipo como el CSKA o el Spartak, equipo que como ya hemos comentado en estas líneas, era hincha Strelstov. Le propusieron diversos equipos más cercanos al régimen. Se decía que en Rusia, los equipos más cercanos al régimen eran los que mejores jugadores poseían en sus clubes. Y así era, Dynamo, CSKA o Spartak son los ejemplos más conocidos. Los intentos del Kremlin fracasaron por completo, y fue entonces cuando una leyenda del fútbol Soviético como Lev Yashin lo intentó convencer para que dejara el Torpedo, pero Strelstov seguía fiel a su postura inicial: Acabaría su carrera como la empezó, jugando en el equipo que le dio la oportunidad de saltar a la fama, obviamente el Torpedo.

Yashin Streltsov
Strelstov y Yahin, en 1956.


Strelstov no sabía que esta decisión iba a ser la primera de los muchos problemas que se le iban a avecinar. s sabido que el gobierno soviético, sobre todo en esos años de posguerra, era presa de un absurdo pánico conspiranoico que veía problemas y amenazas en cualquier lado. Así, al Partido no le gustaba nada el peinado innovador de Streltsov, ni que fuera tan bello ni tan 'ligón'. Había desafiado al Gobierno al rechazar a los mejores equipos del país, y encima, se llegaba a rumorear que cuando la URSS jugaba fuera de casa o el Torpedo de Moscú salía del país, se quejaba de que había que volver a un país que no respetaba sus ideales.

Como hemos dicho, Strelstov era un jugador que causaba furor en la grada femenina Soviética, acostumbrada a heredar mujeres con gen seductor y ambición de chicos fuertes y guapos, como lo era Strelstov. Strelstov tuvo un lío con una muchacha de 16 años, Stevlana Fursteva. El problema aumentó en decibelios cuando Strelstov se enteró que la madre de la chica,  Ekaterina, era una de las mujeres con más poderes de toda la URSS.

No en vano, fue la primera mujer que accedió al Politburó (el Comité Ejecutivo del Partido Comunista de la Unión Soviética) y era muy cercana al presidente Nikita Khrushev. En una fiesta oficial en la que se celebraba el oro de Melbourne, Ekaterina Furtseva abordó a Streltsov y le conminó a que se casara con su hija. El delantero, jugándose el tipo, le dijo que eso no sería posible, porque ya estaba prometido a otra mujer. Pero lo que realmente le dolió a Furtseva fue el escuchar, más tarde y en la misma fiesta, a Streltsov mofarse de su hija: “Nunca me casaré con ese mono” o “Prefiero que me ahorquen antes de casarme con esa chica” fueron las dos frases que se dice que Furtseva oyó. Y eso no iba a quedar así.

Las consecuencias no tardaron en producirse. Tras un partido de preparación para el Mundial de Suecia en 1958, Strelstov y varios compañeros suyos fueron invitados a una fiesta en una dacha (Una especie de casa de Campo en Rusia)  en la que había una rotunda abundancia de alcohol. Aparece entonces Marina Lebedeva, una mujer rusa que era amiga de Ekaterina y que asistía a la fiesta para intentar desestabilizar por completo a Strelstov, que ya estaba casado y que se encontraba en el momento dulce de su carrera como futbolista. A la mañana siguiente de la fiesta, Strelstov y varios amigos suyos fueron detenidos por presunta violación a dicha mujer, que presentó la denuncia en la misma noche de la fiesta.

Hay fuentes cercanas que llegan a asegurar que a Strelstov se le prometió con poder disputar el Mundial de 1958 si se declaraba culpable. Obviamente, él no iba a confesar por un delito que no había cometido, llegando a escribir una carta a su madre declarándose inocente. La federación Soviética intentó tomar cartas en el asunto, pero tras sus reclamaciones, la guardia nacional les explicó que las decisiones venían de arriba, y que no se podía hacer nada. Ante esta delicada situación, Strelstov accedió a las manipulaciones del Gobierno y se declaró culpable. Para colmo, la promesa del Mundial de 1958 se quedó en nada y Strelstov perdió a su mujer, que estaba embarazada y fue condenado a doce años en el Gulag, un campo de trabajos forzados en Siberia.

En una publicación de la prensa, analizando el fútbol actual durante el Mundial de Suecia, había unas líneas que decían lo siguiente 'Actualmente hay dos equipos muy mermados en el fútbol. Inglaterra, por el Manchester United,  en la catástrofe de Múnich y la Unión Soviética, que no puede contar con Strelstov'

A pesar de la sentencia, Strelstov solo cumplió cinco años de destierro en Siberia, y a los siete años de la condena ya pudo volver a jugar. Strelstov había perdido físico y velocidad, pero su calidad continuaba intacta. Tal fue así que el Torpedo volvió con él a lo más alto en el Fútbol Soviético, consiguiendo un histórico doblete al ganar la Liga y Copa. Strelstov volvía a lo más alto en el fútbol, al ser nombrado durante dos años consecutivos mejor futbolista Soviético del año y volver a estar nominado a optar al Balón de Oro. Sorprendentemente, en 1970, Strelstov anuncia su retirada del fútbol.

Tras colgar las botas, Strelstov continuó vinculado al Torpedo, realizando las labores de entrenador y coordinando algunos aspectos en la secretaría técnica del club. Lamentablemente, diez años después de colgar las botas, Strelstov sufre un cáncer de garganta que le lleva por delante. No antes de morir, confesó a su mujer que el nunca había violado a nadie y que el Gobierno le había amenazado con matar a toda su familia si no confesaba. Una historia que prometía tener un final feliz y que terminó en un puro drama para la familia de Strelstov.

Siete años después de su muerte, una mujer dejó flores en la tumba del ex futbolista Soviético. ¿Sabéis de quién se trataba?  Era Marina Lebedeva, la misma que cuarenta años antes la había acusado de violación. Fue como un desafío al antiguo régimen Soviético, destapando al completo las manipulaciones del Gobierno para velar por sus intereses.

En 1992, se produjo un acontecimiento muy importante en la historia del fútbol ruso. El Torpedo Moscow se enfrentaría al Manchester United en la Copa de la UEFA. Un partido que unió en parte a aficionados ingleses y rusos, debido a que ambos se habían visto perjudicados antes del Mundial de Suecia en 1958. Unos por la muerte de los integrantes de la plantilla del Manchester United en el fatídico vuelo hacia Múnich, y Soviéticos -Ya se había demolido el sistema comunista y ejercían con el nombre oficial de Rusos- por la manipulación que llevó al Gulag durante cinco años a Strelstov. El Torpedo, plagado de jóvenes eliminó al Manchester United de Ferguson en el que destacaba la figura de un joven llamado Giggs. Tras esta heroica victoria, el Torpedo caería eliminado del torneo a manos del Real Madrid, por un contundente 5-2 en el Bernabéu.

Pasaron los años y los reconocimientos a Strelstov no cesaban. El Torpedo hizo factible cambiar el nombre de su estadio, que comenzó a llamarse 'Stadium Eduard Strelstov de Moscow'. Finalmente, y tras ser destapados varios archivo de manipulación hacia el jugador, la Federación le otorgó de manera póstuma la medalla que le acreditaba como campeón de los Juegos Olímpicos de Melbourne en 1956, quizás su mejor torneo a nivel mundial. La historia de un jugador que no pudo triunfar debido a la política.

NOTA: En este texto he sacado información de diversos lugares, como del 'Blog 20 minutos' y de 'Fútbol contra el Enemigo' de Simon Kuper.

sábado, 30 de noviembre de 2013

El fútbol se nos va de las manos.

Yo, soy futbolista y como todo futbolista me encandila el fútbol. En cada inicio de semana, sólo pensamos en el, en una esfera que engloba a millones de personas en el mundo y que por insignificante que sea, para mi es el mejor invento del fútbol.

Como ya comenté en mi despedida del Celtic Castilla, ahora estoy en un club nuevo, con nuevas ilusiones, y con el triple de ganas de jugar al fútbol. Hoy, 30 de Noviembre de 2013, me ha ocurrido una cosa que difícilmente se haya producido en el fútbol, y a causa del árbitro.

Nos disponíamos a ir a San Agustín, un colegio que tiene un campo de tierra, en el que las condiciones no son favorables para nuestro equipo. Era un partido complicado para nosotros, ya que en este campo los equipos grandes habían sufrido mucho para incluso puntuar. Nosotros, con 18 puntos, a 6 del ascenso (Hoy se enfrentaban los dos líderes de la categoría) teníamos la obligación de ganar en un estadio muy adverso.

Nuestra primera parte no fue muy buena, ya que el San Agustín era el beneficiado de la tierra, al ser un campo en el que ellos llevan jugando toda la vida. A balón parado, consiguieron marcar el 1-0 y tuvieron el 2-0 de penalti, que por cierto, no lo fue por mano de uno de nuestros jugadores. La polémica comenzó a palparse en el partido.

En el minuto 30', el árbitro no señaló penalti a favor nuestro por un derribo a nuestro extremo que era muy claro. Más adelante, tampoco pitó unas faltas muy claras sobre nuestros jugadores, lo que desató el furor en la grada. Comenzaron las quejas por parte de nuestro público, que en parte no dan ejemplo, pero que son normales ya que ellos eran conscientes de que el árbitro nos estaba perjudicando. Los árbitros son humanos, pero deben aceptar las críticas, la igual que lo hacemos los jugadores.

Aquí es cuando comienza lo sorprendente. Cuando ya habíamos salido del vestuario de la charla previa del entrenador al segundo tiempo, nos comunican que el árbitro ha llamado a la policía para sentirse más seguro y que no, que no va a celebrarse la segunda parte porque ya lo ha suspendido. Ante el asombro de todos, el árbitro explicaba a nuestro entrenador que suspendía el partido por 'Insultos de la grada'. Pero yo me pregunto ¿Cuántas veces no se oyen insultos hacia los árbitros en un partido de fútbol? Y es que lo de hoy no es que digamos que fue atronador, fueron insultos normales, pero soslayables, lógicamente.

El fútbol cada día se nos está yendo de las manos, por cosas como esta. ¿Lo próximo que será? Nosotros sólo queríamos ir a jugar un partido de fútbol, disfrutar, y ganar, ganar, sin ayudas de nadie. El partido se suspende, y esperemos que se pueda disputar la segunda parte, que ha perjudicado a 22 chavales. El fútbol ya no es lo que era antes.

miércoles, 30 de octubre de 2013

España necesita a Diego Costa.

Diego Costa quiere jugar con España. Siempre es una decisión complicada dejar atrás el país en el que naciste, el país en el que cuando eres consciente siempre sueñas con algún día vestir sus colores, el país que te ha visto crecer en sus calles. Brasil reaccionó tarde, debió convocar a Diego Costa desde hace mucho tiempo, Scolari optó por la opción de los veteranos; por jugadores con mayor peso en la selección y se olvidó de un lebrazo que en dos meses iba a explotar para convertirse en una bestia al que la palabra límite no existe. En los bares, en el trabajo, en cualquier lugar, se situará el clásico debate de si Diego Costa merece jugar con España, que si critico a Diego Costa porque soy madridista, que si no quiero extranjeros en mi selección, que si hay que priorizar a los españoles...

Se me viene un caso a la cabeza muy reciente, y concretamente con la selección española. ¿Se acuerdan de Marcos Senna? Sí, el ex del Villarreal, aquel medio centro que tenía una capacidad táctica brutal y que jugaba como los ángeles. Para mí, sin Marcos Senna, España no habría acabado como campeona de aquella Eurocopa. Tras la primera fase, Senna fue una roca en el centro del campo tan famoso de Luís Aragonés en el que el 'brasileño' jugaba como único pivote posicional en una especie de 4-1-4-1, y en el que Xavi e Iniesta realizaron un torneo memorable escoltados por un jugador que antes del torneo, recuerdo que se montó un gran revuelo por su convocatoria con la selección española, debido a su tono de la piel y a su condición de extranjero. Al final del torneo, las críticas se convirtieron en elogios, porque el torneo de Senna fue una exageración.

Diego Costa no es Senna, es más bien el contraste suyo. El del Atlético de Madrid siempre se ha caracterizado por ser un jugador que no soporta la derrota, que sufre cuando no alcanza sus objetivos, que solo tiene la meta de ganar en su mente. Sus raíces brasileñas ganadoras le convierten en esa clase de futbolistas que cualquier entrenador desea tener alguna vez en sus filas, que convierte cualquier jugada inadvertida en una acción letal y que cualquier defensa teme debido a su incordio constante en acciones de ataque. Por ello, en jugador que necesita la selección española, acostumbrada a tener a delanteros sin mucha sangre y acostumbrada a no tener una referencia en los dos últimos años, tras la irregularidad de Torres y las continuas lesiones de Villa que le privaron rendir a un nivel regular. Soldado y Negredo se han peleado el puesto desde entonces, y pese a que el resultado no ha sido dentro de lo que cabe, negativo, se sigue echando en falta a un jugador que incordie, que moleste a los defensas y que no de un respiro a nadie. Esa es la esencia de Diego Costa, morder, morder, y morder hasta que su cuerpo le diga basta.

El Mundial de Brasil está cada vez más cerca, y lo cierto es que tras la decisión de Diego Costa, si nos ponemos a analizar a los delanteros de España en esta temporada, quizás Fernando Torres o Negredo en momentos puntuales se han acercado sensiblemente al nivel de Diego, que es actualmente el máximo goleador de la Liga BBVA y uno de los baluartes del Atlético de Madrid de Simeone, qué ha echo de Diego Costa uno de los delanteros más letales no sólo del fútbol español, sino de Europa. Por lo tanto, es probable que sea el delantero titular en los próximos amistosos de la selección española, y más si continúa al nivel actual.

Veremos qué ocurre con Diego Costa, pero muchos españoles soñamos con que sea él, un español nacido en Brasil, el que nos de el gol decisivo en el próximo Mundial que se celebra precisamente en Brasil en 2014. ¿Se imaginan la repercusión que podría tener eso? De momento, nos centramos en el presente, que es que España podrá contar con uno de los delanteros más demoledores del fútbol actual.


jueves, 24 de octubre de 2013

El madridismo no entiende a Benzema.



El  fútbol es un deporte que quizás, es de los pocos en los que la paciencia se convierte en un problema para muchos jugadores. Si a eso le añadimos que delante tienes a un público tan exigente como el del Bernabéu, el problema puede ser mayor. Karim Benzema es uno de esos jugadores tocados por una varita, llenos de una calidad al alcance de pocos pero vacío de un carácter feroz, que te facilita a la hora de marcar gol, la única faceta que más marca a un delantero en su carrera deportiva. Benzema tiene ese problema desde hace tiempo, no consigue alcanzar una regularidad en forma de gol y el público del Bernabéu exige siempre a su delantero una cifra superior a los 20 goles por temporada. Habrá días en los que Cristiano Ronaldo no salve al Real Madrid, y ahí es donde Benzema deberá explotar para ganarse a la afición del Real Madrid. Lo que no entiende la afición merengue, es que Benzema nunca ha sido delantero ni lo será, porque no tiene cualidades para rendir como ‘9. 


Definamos la figura del ‘9’ puro. El delantero centro suele ser un jugador extremadamente físico, con una envergadura muy amplia y generalmente, con una altura en torno al 1’80-1’90. Suelen poseer un juego de cara fructífero y viven del área; el área es su hábitat y fuera de él los ‘9’ se hacen vulnerables, ya que la mayoría de los jugadores que actúan en esta demarcación son jugadores con una técnica limitada en transiciones ofensivas de larga duración. ¿Tiene Benzema estas características? Es evidente que no, que Karim necesita iniciar una transición desde más allá de ¾ para sentirse cómodo, y por esto principalmente es por lo que se hizo grande en Francia.
En el Olympique de Lyon, Karim Benzema jugó como segunda punta el 80% de las veces.  En sus dos últimas temporadas, actuó por detrás de una referencia (En este caso Fred) que le permitía jugar con total libertad en ataque. Esto es lo que más beneficia a Karim, ya que no tiene tanta responsabilidad para pisar área. Sus clásicas diagonales en el Lyon que finalizaban con siempre un peligroso disparo se han convertido en balones perdidos muy cerca del área, condicionado por la floja influencia que tiene Benzema en transiciones ofensivas en los últimos años.

Al ser un jugador tan técnico, el hecho de tener tan poca influencia en transiciones perjudica tremendamente al francés. Es complicado encontrar su lugar idóneo en ataque; Isco y Modric son dos jugadores insustituibles en la media punta, mientras que Xabi Alonso está obligado a iniciar una jugada desde la primera línea, para intentar filtrar un pase entre líneas que rompa la línea defensiva de presión del equipo contrario. Benzema, además de ser un jugador muy técnico, es un jugador que ataca a la perfección el espacio, y por eso necesita jugar más atrasado en ataque. Al estar como referencia, Benzema intenta con sus desmarques ayudar en 3/4, pero se hace muy previsible y no tiene dominada la posición de no tener un jugador por delante que le facilite la libertad a la hora de crear juego. ¿Cuál es el problema de esto? Que  el público del Real Madrid siempre ha pensado que Karim es un jugador que te asegura 25 goles por temporada, y es demoledor en el área, cuando es todo lo contrario a eso. Obviamente, a un delantero se le debe exigir goles, pero lo que ocurre es que el fútbol es así de complicado. No marcas goles, eres el que más corre del equipo, tienes una calidad brutal, creas muchas situaciones de peligro con tus desmarques pero te falta lo más importante para un jugador ofensivo con Karim.

En mi opinión, no creo que Ancelotti busque un cambio de posición con Benzema, porque no tiene a una referencia capaz de jugar como ‘9’ puro en su plantilla. Lo más beneficioso para Benzema será espabilar, comenzar a marcar goles, convertirse en el tigre del segundo año de Mourinho en el Madrid, e intentar ganarse a una de las aficiones más exigentes de la historia como es la del Real Madrid.

martes, 3 de septiembre de 2013

Todo inicio tiene un final.

Decía Chaplin 'El tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final perfecto'. Todo lo que dice Chaplin en esta frase puede resumir una vida. Los finales perfectos siempre se encuentran, sólo tienes que buscarlos para encontrarlos. Mi final siempre fue el de retirarme en un equipo de fútbol profesional, vamos, mi final y el de todos. Cuando era pequeño, iba con mi padre a dar patadas a un campito de fútbol situado al lado de cada de mis abuelos. Desde pequeños, optamos por tirar a la basura las pelotas de plástico y comprar las de cuero para intentar ganar algo en el fútbol. Yo siempre pensé que tenía la habilidad de irme de cualquier rival, y por eso pienso que quería ser delantero. Y por eso, justo antes de apuntarme al equipo de mi antiguo colegio (El Divina Pastora), mis padres me dijeron que había un equipo de fútbol 7 en Cuatro Caminos idóneo para jugar. Yo, que ya estaba loco por jugar en el equipo de mi colegio no pude rechazar aquella propuesta.

Mi primer día de entrenamiento fue una verdadera gozada. Ese partidillo que hicimos para hacernos las 'pruebas' del Celtic Castilla se me hizo extremadamente corto. El campo en general es de los más pequeños permitidos para disputar un partido de fútbol 11, pero para mi, ese campo era el soñado para jugar. Era pequeño pero para mi era enorme. Claro, que en mi primer año de pre-benjamín, cuando los partidos eran los viernes después del colegio y teníamos que salir directos del colegio para llegar a tiempo a aquellos partidos, la espera se hacía eterna. En aquel año marqué 27 goles y me acuerdo que mis padres me apodaron 'El nuevo Ronaldo'. Entonces fue cuando yo quise hacerme las pruebas del Real Madrid, creyendo que yo era el jugador perfecto para cambiar el fútbol, cuando la realidad es que había metido 27 goles en una liga con gente que se iniciaba en fútbol y que para Madrid serían equipos desconocidos. Bien, sólo duré un año como delantero y es una de las cosas por las que más me arrepiento en mi vida. Cuando veo vídeos míos de pequeño, me sorprendo. Mi tío me grabó un partido ante el Caridad en el que marqué 3  goles y la verdad que tenía cositas. Sabía meter el cuerpo, utilizaba el recurso de la puntera...

Bueno, que en 2006 Italia ganó su primer mundial y yo me enamoré de Buffon, que había realizado un torneo tremendo. Me compré su camiseta en una tienda de Chamberí que aún sigue existiendo y a partir de ahí no la solté en los casi 100 entrenamientos anuales que tuvimos. Mis amigos se sorprendieron, porque nadie podía creerse mi cambio de posición. Pero claro, era un niño y no era consciente de lo que hacía. El caso es que realicé un año también muy positivo como portero. Aprendí lo difícil que es el fútbol, lo que cuesta colocarse. Recuerdo que goleábamos a nuestros mayores en liga, al Benjamin 'A' y que en un partido la grada acabó harta de mis paradas. Después recuerdo un partido ante el Zona Norte, que era como el rival a batir de aquella categoría, y en el que acabamos 0-1 pidiendo la hora y en el que me acuerdo que un jugador de mi equipo sacó la pelota de la línea de gol para ganar el partido. Éramos el Celtic Castilla, y todos sabían quiénes éramos porque luchábamos nuestros partidos a muerte. Y éramos también una piña.


Mi primer año de portero. Ahí estoy yo, igualito que Buffon...



El caso es que tras ese año de portero quería volver a sentirme futbolista y ese año de portero me quitó bastante. Cogí algunos kilos de más y me apunté a jugador en Benjamin 'A'. Allí nos tocó Carlos, un entrenador venezolano con interesantes ideas tácticas y muy pragmático al que admiraba porque había entrenado a mi hermano. Mi hermano era defensa y Carlos se creyó que por mi anchura también lo era. Entonces, cuando comenzó la liga, en la primera charla escuché 'Andrés en defensa' y pensé que mi vida volvía a ser una locura. ¿Yo de defensa habiendo sido delantero?. Lo curioso es que no le dije nada a Carlos, creía que era un experimento de los suyos y que al siguiente encuentro iba a jugar de delantero. Pero eso no ocurrió y finalicé el año como central, alternando de medio. Terminamos la liga 4ª, sin ganar al Adarve, que barrió a todos sus rivales. Pero bueno, lo importante es que volvía a sentirme futbolista.


Mi primer año como central. Benjamin 'A'. 

Ya no volví a ser delantero y decidí acoplarme definitivamente a la posición de central. Y ese año comenzábamos en fútbol 11. Fútbol 11, el sueño de cualquier futbolista pequeño, o eso pienso.... Lo primero que recuerdo de Alevín es que el Tetuán nos endosó un 11-0 en el primer partido, y que en ese encuentro ni olimos la bola. Acabamos tan cansado que cuando volvimos a casa no podíamos ni mover las piernas. El año fue nefasto, ganamos pocos partidos y finalizamos la liga con 21 puntos, muy cerca del descenso. Pero lo que más me marca en esa temporada es mi equipo. Comenzamos a ser una piña que iba a los entrenamientos a disfrutar y a pelear por nuestro puesto. No teníamos el puesto asegurado y sólo entrenábamos 2 horas semanales con un campo reduciísimo. Mitad de un campo casi no reglamentario, o sea, que imaginaros la situación. También me quedaré con mi primer gol ante el Boadilla, bueno, maticemos, Boadilla 'C'. Mi entrenador me dijo que iba a marcar antes del partido y así fue. Y lo celebré como Ronaldinho, alzando el dedo meñique y el pulgar. Creo que terminé la liga con 3 goles, pero apenas recuerdo cositas de ese año.

Nuestro segundo año de Alevín tampoco fue coser y cantar. Cierto que ganamos más partidos que el año anterior, pero nuestras expectativas era pelear por el ascenso y acabamos el año séptimos, a 20 de ascender. Lo que pasa es que tuvimos un torneo en Oliva, en un hotel de lujo llamado 'Oliva Nova Golf' (Donde las inferiores de España viajan a veranear ocasionalmente). En ese torneo me proclamé pichichi y en el primer partido marqué un gol imposible de ver actualmente. Disparé con todas mis fuerzas desde el centro del campo y no se como la pelota acabó entrando en la portería. También marque en las semi-finales ante el Vicálvaro y en la tanda de penaltis posterior en la que nuestro loco portero, Máximo, se paró el penalti final y acabó proclamado como héroe. Y yo había sido pichichi je, je, je. Lo malo fue que en la final nos tocó un equipazo de la zona y nos barrió por 4-0, eso sí, me pitaron un penalti en la final por una presunta mano que me dio en el pecho. La experiencia fue inolvidable, porque allí nació este grupo. Ahí fue cuando comencé a pensar que tenía a los mejores compañeros del mundo.

Bien, finalizada nuestra etapa de Alevín tocaba adentrarse en una categoría mucho más exigente. Infantil fue la categoría donde eras ya consciente de todo. Donde ya comenzabas a sentir los partidos y donde tu corazón latía muy fuerte justo antes de comenzar un encuentro decisivo. Nos tocó jugar en la peor categoría, pero nos la tomamos como si fuese la Primera División. Terminamos terceros y conseguimos nuestro primer ascenso (Ascendían los 9 primeros, pero lo celebramos a final de temporada con una cena). En ese año ya fue cuando comencé a perder peso y a sentirme mejor como futbolista. Los típicos partidos de Alevin en los que te querías quitar la pelota de en medio cuanto antes para no cagarla se convirtieron en partidos con mucha más presencia del balón. Quería sentirlo en mis venas y siempre que pudiera me ofrecía para intentar sacar la pelota jugada. Me quedaré siempre con el partido ante el Recuerdo, en el que ellos llegaban con pleno de victorias y nosotros como un equipo mucho más limitado. Ellos eran una maquinaria suiza. Tocaban, nunca perdían la posición, replegaban... Acabamos ganando 2-1 y lo celebramos como si fuese la Champions. Era un simple partido en el que ellos nos tuvieron dominados los 80 minutos. Pero nosotros sacamos a relucir nuestra garra que tanto nos ha caracterizado y ganamos el partido. No sé como pero lo ganamos por 2-1, y acabamos sufriendo como nunca. Ese día supe lo grande que era mi equipo, me di cuenta de que tenía al mejor grupo posible. Pero lo peor de aquella temporada lo viví en un Rozas-Celtic. Yo soy un jugador con mucho carácter, al que le gusta protestar mucho y al que le gusta mandar. En aquel partido, todo no salió mal; comenzamos 1-0 pero a los 10 minutos ellos se pusieron 1-3. En una jugada posterior, el árbitro pitó fuera de banda para el rival cuando era clarísimo que la pelota debía ser nuestra. Yo, con mi afán y mi inmadurez por el momento, le dije al árbitro 'Qué pitas, gilipollas', así, el árbitro me expulsó y yo acabé en los vestuarios llorando. Me fui a casa desolado, pero lo que no me pude esperar es que mi propio equipo había remontado un 1-5 para acabar empate a 5 al final del resultado. Tuve que pedir perdón ya que mi arrepentimiento era increíble.

Bien, tras esta temporada no era consciente de que a la próxima mi vida futbolística iba a cambiar completamente. En Infantil A, con todas nuestras expectativas en ascender de una ves por todas, ya que teníamos un equipo competitivo y capacitado para hacerlo, mi entrenador me cambió de posición. Fue justo antes de finalizar la primera vuelta. Ya me había probado el año anterior en dos ocasiones, y con gran resultado. Lo bonito de ser medio centro cuando has sido central es que los conceptos tácticos los tienes bien asimilados y es casi imposible perder la posición; también, has vivido desde más atrás la salida de balón y ya conoces los movimientos de tus compañeros; por tanto, para mi no fue muy difícil el cambio de posición. Conmigo de medio, sólo perdimos ante el líder, el Montpellier, y con uno menos por 0-1. Lo ganamos absolutamente todo, y al Recuerdo, que nos había vapuleado por 5-0 un año antes en su campo y que parecía imbatible, lo barrimos por 1-4 en un partido que creo que ha sido el mejor de mi equipo, el mejor, así de claro. Mejoré una barbaridad como jugador, y mis compañeros me ayudaron bastante. Teníamos a un colombiano que había venido a España y que jugaba como Agüero. Cogía la pelota, se marchaba de todos los defensas y se quedaba tan tranquilo. Su nombre era Guillermo, y agradezco haberlo conocido. Era un futbolista sencillamente increíble. La lástima fue que nos quedamos a 3 puntos del ascenso. Fue nuestro mejor resultado con 58 puntos, y me lamenté de no haber podido actuar de medio centro antes. Fue un año fantástico.

Y mi último año en el Celtic también ha sido un año maravilloso. Mi entrenador fue Tato, un jugador al que admiraba cuando iba a ver al aficionado del Celtic de pequeño y con el que siempre bromeaba. Tato nos dijo que iba a innovar nuestro estilo de juego y así lo hizo. Jugar con la pelota, para agotar a rivales que la mayoría eran mayores que nosotros dio sus frutos; eso sí, siempre nos ganaban por cuerpo y por físico, nunca nos derrotaban por jugar mejor que nosotros. Aprendí que el fútbol base está para aprender, para divertirse y para ganar jugando mejor que tú rival. En un futuro, los conceptos que aprendí con Tato me servirán de mucho. También comencé la temporada como central pero después me dio los galones en el centro del campo. Este último año como capitán fue inigualable. Lo di todo por el equipo y me sentí muy bien jugando en el centro del campo. El resultado final fue la mitad de la tabla pero plantando cara a todos nuestros rivales. Me quedo con el grupo, esa piña, esa amistad que forjamos los 22 componentes del Cadete B del Celtic Castilla en la temporada 2012 será eterna.


Gracias por estos 9 años, gracias.

Me despido aquí. Han sido 9 años maravillosos, inigualables, impresionantes, con los que he llorado, con los que he sufrido, pero con los que he aprendido a formarme como persona y a jugar al fútbol. Han sido 9 años en los que cada vez que me levantaba quería ir a entrenar para ver a mis amigos y pasarlo bien con ellos; 9 años en los que sólo podía pensar en el partido del sábado sin olvidarme de él en ningún momento. Ahora, me voy al Zona Norte para intentar mejorar como futbolista. Pero para nada es un adiós, es un hasta luego Celtic, es un hasta luego porque voy a estar ahí siempre que lo necesitéis, es un hasta luego porque tengo amigos que superan a cualquier otro grupo de amistad actualmente, es un hasta luego porque yo no sería nada de lo que soy ahora sin ellos, sin mi equipo, sin el equipo con el que siempre soñé con ser capitán.

Un fuerte abrazo a toda la familia Céltica, les deseo lo mejor.